El Guernica es a día de hoy una de las grandes obras maestras del siglo XX. El valor simbólico de esta pieza, encargada por el gobierno español a Pablo Picasso en 1937 para representar a España en la exposición universal de París, supera el de los hechos que el propio cuadro pretende transmitir. Josep Arnau, entonces Director General de Bellas Artes, junto con otros intelectuales y políticos del momento, visitó a Picasso en París en enero de 1937, y le propuso formalmente la realización de la obra. El artista aceptó, pero a principios de abril aún no había llegado a esbozar su trabajo y la fecha de la exposición universal se aproximaba.

Gernika bombardeada. Universal History Archive/UIG via Getty Images (en El Español)

Gernika bombardeada. Universal History Archive/UIG via Getty Images (en El Español)

El bombardeo a Guernica por aviones alemanes e italianos se produjo el 26 de abril, y pronto las noticias del desastre traspasaron las fronteras de la península. Aunque la guerra civil española había estallado en junio de 1936, la atrocidad de Guernica parece que precipitó el motivo de la obra de Picasso. El 1 de mayo comenzó los primeros bocetos que se aproximaban al resultado que hoy conocemos, y apenas semana y media más tarde ya trabajaba sobre su tela de 11 por 4 metros. Picasso no desaprovechó la oportunidad de emplear esta gigantesca obra para llamar la atención internacional sobre la situación conflictiva por la que atravesaba su país natal. Hoy, los horrores y el sufrimiento asociado a las guerras han quedado representados para siempre en esta obra, símbolo de los enfrentamientos armados sucedidos a lo largo del siglo pasado. Un permanente recordatorio de los errores humanos.

A pesar de haber sido encargada por el gobierno republicano español, la obra nunca pisó España hasta 1981. El contexto de enfrentamiento civil en España y el estallido de la II Guerra Mundial parecían desaconsejar la entrada de la pieza en la península, y el interés que Picasso despertaba en el mundo del arte hizo que se organizasen una serie de exposiciones internacionales de las que el Guernica fue la obra estrella.
Tras dos años de itinerancia por Europa, Picasso expresó su deseo de que el cuadro se depositase en el MoMA de Nueva York hasta que la situación en España fuese más estable. Así, en 1939, el Guernica podía contemplarse en las salas de este importante museo, de donde salió temporalmente para varias exposiciones por el mundo, y al que regresó de forma continuada en 1958. En ese mismo año, Picasso renovó un préstamo indefinido con el MoMA, para que el cuadro no entrase en España hasta que se hubiese un sistema democrático1. El artista falleció sin ver su gran obra expuesta en su país natal.

Los esfuerzos por hacer que la obra se exhibiera en España, sin embargo, se comenzaron mucho antes de que hubiese un atisbo de democracia en el país. En 1968 dio inicio la llamada “Operación regreso” por voluntad directa de Franco, quien encargó a Carrero Blanco las gestiones nevesarias para conseguir la pieza; pero Picasso se negó rotundamente. No obstante, estos movimientos por parte del gobierno de la época motivaron que Picasso, bien por precaución, bien por un deseo de aclarar su voluntad, dirigiese en 1970 una carta al MoMA insistiendo en que el cuadro, y todas las piezas que él mismo había depositado en el museo, no regresasen a España hasta que un sistema de libertades públicas estuviese instaurado, algo cuya apreciación encomendaba a su abogado Roland Dumas, y recordaba que el museo habría de cumplir con su compromiso de retorno. En 1971, con ocasión del 40 aniversario de la proclamación de la república, Picasso reitera esta idea al museo diciendo, literalmente, que la obra volverá a España cuando se reinstaure la República.

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Carta de Picasso dirigida al MoMA recordando las condicones del depósito

Tras la muerte del artista en 1973, el gobierno hizo varios intentos de traer la pieza al país, obteniendo en todas las ocasiones una respuesta negativa. Ciertamente el MoMA no debía de tener interés en perder esta obra de sus salas de exposición, pero también era verdad que las condiciones impuestas por el autor para su retorno seguían sin cumplirse, y había varios documentos manuscritos de Picasso que así lo reflejaban. Franco fallece en 1975, lo que provocó que se redoblasen esfuerzos para traer el cuadro, y cuando en abril de 1977 se cumple el 40 aniversario del bombardeo de Guernica, el pueblo entero se manifestó pidiendo la devolución de esta obra. Jacqueline Picasso, viuda del artista, se hizo eco de estas reclamaciones y en una carta de 27 de abril de 1977 se dirige al pueblo de Guernica para decirles que comparte su dolor y sufrimiento, y que está de acuerdo en que la pieza regrese al país, si bien deberá depositarse para exposición en el Museo del Prado por expreso deseo de su marido2.

Cartel de la exposición retrospectiva de Picasso en el MoMA

En junio de ese mismo año tienen lugar las primeras elecciones democráticas del país, y el asunto del Guernica sigue siendo un punto de enorme interés. Así, el 19 de octubre se aprueba en el Senado que se dé curso a una solicitud formal de devolución dirigida al MoMA. A pesar de ello, aún habrían de pasar casi cuatro años hasta que se firmó el acuerdo de devolución con el museo. En el medio hubo desavenencias con los herederos del artista, que reclamaban derechos sobre las obras que acompañaban al cuadro o que decían tener poder de decisión sobre dónde habría de custodiarse. Y hay que señalar el papel crucial que tuvieron las facturas de pago emitidas al artista en 1937, momento en que se le encargó la obra, para justificar la titularidad del Estado español3.

A su vez, en Estados Unidos fue necesario un pronunciamiento expreso del Congreso autorizando la devolución del cuadro en 1978. De este texto destaca la mención expresa a los acuerdos de amistad y buenas relaciones que el gobierno norteamericano había firmado con el español el 1976 así como el deseo de que España siga su camino hacia la instauración de un sistema democrático. Además, la declaración hace referencia a un suplemento del acuerdo en el que ambas naciones se comprometen a cooperar especialmente en materia de cultura y educación, para finalmente establecer que “Guernica should, at some point in the near future and through appropriate legal procedure, be returned to the people and Government of democratic Spain”4.

En medio de un enorme secretismo, y tras haber concluido una exposición retrospectiva de Picasso que el MoMA organizó a modo de despedida, el Guernica fue descolgado el 9 de septiembre de 1981, tras una república, una dictadura, una democracia y una nueva constitución a sus espaldas. Se depositó en el Casón del Buen Retiro, anexo al Prado, hasta que se concluyeron las obras del Museo Reina Sofía, al que fue trasladado en 1992 y donde aún continúa exposición permanente. En todo este período, el cuadro pasó por 45 traslados, visitó 30 ciudades y sufrió 88 enrollamientos5, lo que supuso un deterioro considerable dadas las dimensiones del lienzo.

En la historia de esta obra, próxima a cumplir los 80 años de vida, hay un profundo relato político desde el momento mismo de su concepción, y un desarrollo posterior que motivó su exilio forzoso. Que el Guernica se haya convertido en un símbolo del sufrimiento asociado a la guerra no debe sorprender, pues, más allá de la propia crudeza de la representación, cada momento en su itinerario de viajes y exposiciones daba cuenta de la situación de España y Europa; y esto es algo que, lamentablemente, sigue estando en plena actualidad en nuestros días.

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Notas al texto
1 Página oficial Museo Reina SofíaVolver a nota 1
2 Carta manuscrita de Jacqueline (ver)Volver a nota 2
3 150.000 francos franceses, según se especifica en la carta enviada por Max Aub a Luis Araquistáin (en Malgat, Gérard: Max Aub y Francia o la esperanza traicionada, Sevilla, Editorial Renacimiento, 2007, p. 61) – Volver a nota 3
4 Resolución del Senado de EE.UU. (ver)Volver a nota 4
5 Especial sobre el Guernica en El Mundo (ver)Volver a nota 5

Autor: Marta Suárez-Mansilla

Abogada especializada en derecho cultural. Con amplia experiencia en el sector del arte contemporáneo y en la gestión de proyectos, mi trabajo se centra ahora en el tratamiento de las cuestiones jurídicas que rodean este campo de actividad.

© Marta Suárez-Mansilla
ISSN 2530-397X
ArtWorldLaw Bulletin. Crónicas de Temis y Atenea. nº 1. MADRID. Noviembre 2016.